6 nov 2009

La verruga

Estimada Cindy:
He leído no sé dónde que estás preocupada por tu verruga. Déjame que te diga que yo sí que estoy preocupada por la mía. Si la tuya te ha convertido en una mujer rica, la mía va a hacer de mí una pobre bruja. Mi verruga me mira desde el espejo con cara de pocos amigos. Mi verruga crece a lento ritmo, pero crece. Mi verruga se va a volver marrón, como la tuya. Pero a mi verruga le va a salir un pelo en el centro, estoy convencida de ello. Tiene una hermana mayor viviendo bajo el lóbulo de mi oreja derecha y esa ha sido su evolución. Pero una cosa es vivir discretamente bajo una oreja y otra muy distinta salir en medio de una cara para llamar la atención. Deja de quejarte de tu verruga y disfruta de tus millones mientras otros humildes mortales nos preocupamos por nuestras verrugas, nuestras cuentas corrientes y el precio del litro de leche.
Atentamente te saluda,
W.

2 nov 2009

Excursión a Dondecristoperdióelmechero, provincia de Cádiz

Celebrar un bautizo el día de los muertos puede considerarse una excentricidad, pero tratándose de la familia que se trata, podemos esperar cualquier cosa. Para ellos, una celebración es una celebración, sea el día que sea, vivos o muertos.
Fue una jornada curiosa. De todo lo vivido, lo más impactante no fueron ni las cuatro horas de viaje en coche, ni la bollería fina (cortesía de Patri) y los batidos que nos metimos entre pecho y espalda durante el trayecto, ni los ojos color turquesa de la neófita, ni la breve ceremonia de bautismo, ni los langostinos de Sanlúcar, ni el día tan perfecto en cuanto a lo meteorológico, ni los payasos que animaron la zona infantil. Lo que me quitó el aliento fue el individuo de la foto.
Está subido en un altar lateral de la única iglesia del pueblo, como si fuera un maniquí de Nuevas Galerías (Susana dixit). Es santo, porque lleva alrededor de la coronilla el chirimbolo ese que llevan los santos para distinguirse del resto de los mortales. Sin embargo, no es un santo habitual. Estamos acostumbrados a santos vestidos de monje, santos a pecho descubierto, santos con toga, pero ¿santos de chaqueta y corbata? Para mí es el primero.
Lo cierto es que, nada más entrar en la iglesia, ya quedé impresionada por una imagen de Santa Ana. Una señora con una cara de pocos amigos que tiraba de espaldas. ¡Y es santa! Y virgen también, seguro, porque con esa cara….
Volviendo al sujeto elegante, desconozco quién es el autor de la imagen, pero dudo que se trate de un Salcillo. El joven lleva en la mano un papel donde dice algo así como “Hasta la muerte”. Así que entregó la cuchara voluntariamente en plena juventud. Meritorio, sí señor. Nada que objetar. A mí lo que me tiene hablando sola es la imagen en sí. Esos cachetes coloreados como si fuera una foto antigua, esa raya del pantalón tan bien planchada, esa cara de rancio, esa chaqueta cruzada. Los prefiero como San Sebastián, con sus flechas clavadas y el pecho henchido como diciendo: “Aquí estoy yo, pecadores”.