7 jul 2009

Deportes extremos

Fermín (a quien felicitaríamos hoy por su santo si estuviera vivo) conducía un camión hormigonera de 8 a 5 de lunes a viernes, con una hora de descanso para comer. En realidad, Fermín descansaba bastante más que la hora para comer. Cada vez que se detenía en una obra para entregar la mercancía que no paraba de girar dentro de su camión hormigonera, Fermín contaba con alrededor de una hora de descanso. La media de paradas por día venía a ser de cuatro a cinco horas. “Nada mal”, pensaba Fermín para sus adentros. Los primeros meses, Fermín aprovechaba las paradas para silbar a las chavalas que pasaban por delante de la obra, compartir los bocadillos de chorizo de los peones o dormir cortas siestas tirado sobre los asientos del camión. Estas actividades acabaron por aburrirle mortalmente y se convirtieron en un peligro para su salud, pues Fermín engordó dieciséis kilos sin apenas darse cuenta.
Tras varios días de deliberaciones consigo mismo, siempre en horas de trabajo, llegó a la conclusión de que necesitaba ocupar su tiempo en una actividad saludable y productiva. “Si estudio una carrera sentado en el camión, voy a tener que pensar mucho y seguiré engordando”, con lo cual la cuestión intelectual quedó descartada. Así que Fermín tomó una decisión que cambió su vida. Entró en internet y buscó “DEPORTES EXTREMOS”. Le llamó la atención uno llamado “Salto Bungee”. En Wikipedia encontró lo siguiente: “Consiste en hacer un salto al vacío desde una considerable altura, desde puente, plataforma o grúa, generalmente con una conexión desde los tobillos a una cuerda elástica, que permite, primero, caer acelerando, luego amortigua la caída y provoca rebotes.” Había encontrado la solución.
Lo que Fermín no fue capaz de encontrar por ninguna parte fue la cuerda elástica, así que fabricó una en casa con materiales desconocidos. Su primer y último salto tuvo lugar el pasado miércoles. Fermín subió a lo más alto de la grúa que opera en la construcción de un rascacielos. Ató la cuerda, se ajustó un casco de ciclista, respiró hondo y se lanzó al vacío. Fermín consiguió, por fin, divertirse mortalmente. ¡Plof!

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