Ayer por la noche Alex me invitó a acompañarla a misa hoy a las siete de la mañana al ser día de precepto. Ni muerta, pensé. Pues muerta fui.
Sentí la llamada de Dios a las 05:54 horas, justo a tiempo para darme una ducha, comer unas cuantas uvas y estar a las siete menos cuarto en el hall del hotel Marriott.
Por cierto, os presento al murete que separa las dos propiedades.
Apetecía quedarse en la playa más que ir a la iglesia y a la conferencia después.
Sherice y Derek aparecieron por el hall del hotel ofreciéndose a llevarnos a la iglesia a Alex, Rae y a mí.
A esa hora de la mañana había una sorprendente actividad en la calle. Niños y adultos camino del colegio y sus trabajos, trabajadores de la limpieza y mantenimiento en marcha.
Tanto en el aparcamiento del hotel como en los alrededores de la iglesia observamos un gran número de gallos y gallinas, y un Kentucky Fried Chicken por el camino. Da que pensar.
La ceremonia duró unos 45 minutos. Al terminar, se nos acercó un feligrés a preguntarnos de dónde éramos, al igual que el cura indio que dio la misa.
Esperando a Sherice, otras dos feligresas nos preguntaron si necesitábamos algo.
Al borde de la carretera pararon varios coches pensando que queríamos cruzar al otro lado.
Igual igual que en casa.
En el camino de vuelta estuvimos discutiendo sobre iguanas. Pregunté por qué muchos árboles tienen un anillo metálico rodeando el tronco. Es para evitar que escalen.
A raíz de un huracán en Honduras, muchas iguanas verdes emigraron a las Islas Caimán, apartando y matando a las autóctonas y protegidas iguanas azules. El gobierno ofrece cinco dólares por iguana verde muerta, lo que ha generado una matanza de más de un millón de ejemplares. Si disparas a una iguana azul, vas a la cárcel.
Sherice no supo contestar a mi pregunta sobre las relaciones de amistad entre la población de iguanas y la comunidad de gallinas.
Hoy aparece la conferencia de WISTA a toda página en el periódico local, junto al anuncio de una pollería.
De vuelta al hotel, desayuné con Despina, su hermana y el mierdecilla. La delegación italiana, que sufre las mismas dificultades que el pueblo español para pronunciar correctamente en inglés, opina lo mismo que yo sobre el pequeño Ektoras y su impecable inglés.
A las nueve comenzaron las sesiones con el marido de Sherice como presentador. Se lo está pasando bomba y nosotras con él.
Ayer apareció por el hotel con una medalla que le concedió la reina Isabel II por haber ejercido de cónsul de Suecia en las islas. Su majestad lo miró circunspecta y le preguntó cómo es que le habían concedido esa posición. Derek la miró igual de circunspecto y contestó: “por mi pelo rubio y mis ojos azules”.
Después del descanso para café nos habló el ministro de sanidad, medio ambiente, cultura y vivienda. Todo en uno.
Para finalizar la conferencia, todas las miembros de WISTA Cayman Islands salieron al escenario a recibir el agradecimiento de todas por el gran trabajo que han hecho organizando este tinglado.
Por último, Sherice le entregó a Claudia, presidente de WISTA Germany, el testigo que se pasa al país que organiza la conferencia el año siguiente. Nos vemos en Hamburgo el próximo septiembre.
Tuve que salir corriendo a cambiarme de ropa porque el autobús de mi excursión salía a las doce y cuarto. Nos entregaron una caja con comida que devoramos por el camino. Yo escogí la excursión en un submarino. Ya que no voy a hacer submarinismo nunca, quería aprovechar esta oportunidad para ver el fondo del mar. Estuvo muy bien. El aparato tenía ventanas redondas para que nos asomáramos a ver la vegetación y los peces. Vimos una manta. No tuvimos la suerte de ver tortugas. El paseo duró una hora.
De vuelta en George Town, aprovechamos para inspeccionar las tiendas junto al puerto, donde desembarcan los pasajeros de los cruceros que fondean enfrente. Hoy no había ninguno, de modo que estaba todo muy tranquilo. Los días que no hay crucero no deberían abrir. Entramos en una joyería donde no había menos de diez dependientas sin hacer absolutamente nada.
El autobús nos llevó de vuelta al hotel a las tres de la tarde. Cuando me bajé coincidí con las seis chipriotas y el mierdecilla. Iban a visitar el criadero de tortugas. Me invitaron a acompañarlas.
Aparte de tortugas, había muchas gallinas y tres gallos. También unos cuantos pavos reales.
He comido pollo todos los días en Grand Cayman, todos los días.
A pesar de vivir en un lago enorme, docenas de tortugas gigantescas se concentraban apiñadas en una esquina. Se pegaban manotazos, se empujaban, se subían unas encima de las otras y se escupían.
Estuve a punto de perder el índice izquierdo devorado por una tortuga baby. Estaba permitido acariciarlas. Una de ellas se giró para morderme el dedo con unos dientes como agujas. Todavía me duele.
De vuelta al apartamento, estuve haciendo el equipaje. Los Twinkies están un poco damnificados.
Pronto llegaron las demás de sus excursiones.
Después de recoger todos nuestros trastos de la casa nos preparamos para ir a lo que siempre es una cena de gala como despedida de la conferencia. Este año, al coincidir con Halloween, fue una fiesta de disfraces. Mortal.
Las holandesas se vistieron de la serie “Orange is the new black”. En la espalda llevaban escrito “Orange is the new WISTA Netherlands”.
Las norteamericanas se vistieron de Rosie the Riveter, un icono de la II Guerra Mundial que representa a las mujeres que trabajaron en las fábricas y los astilleros sustituyendo a los hombres que fueron a luchar en el frente.
Las tres italianas se lo curraron un montón. Bárbara iba perfectamente disfrazada de Cruella de Vil.
La cena fue un bufet. Me pareció una idea estupenda. Cuando te sirven tres platos y postre acabas echando los higadillos.
Comí salmón, aunque no faltó el pollo.
El baile estuvo muy animado hasta las once. A esa hora volvimos al apartamento, dejando a Jeanne en la fiesta con sus otras Rosies.
Buenas noches desde Grand Cayman.
1 comentario:
Consuelo querida, me estoy descostillando de risa con tus relatos y descripciones!!!!! Gracias!!!!!!!
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