15 may 2015

Una cateta en Nueva York (Día 7)

A las tres y media mi teléfono empezó a pitar con alegría repetidas veces. Olvidé ponerlo en silencio al acostarme. El grupo de Whatsapp felicitaba a Lorena por su cumple.
A las 06:06 hrs exactamente me despertó el atronador ruido de la reconstrucción del World Trade Center. No pude dormir más. Era completamente de día. La vista era de nuevo espectacular.
El abuelo de Paris Hilton tiene unos retretes muy raros en el hotel, con dos agujeros en lugar de uno. No son de succión al estilo de los aviones y los trenes como en otros sitios de Nueva York.
Estos días he caminado unas siete horas por jornada. En lugar de ponerme como una foca comiendo donuts y hamburguesas, me cuelgan los pantalones.
A las ocho menos cuarto bajé a desayunar con las miembros del comité ejecutivo de WISTA. Estuvo con nosotras el hijo de Sanjam, en plena forma después de dormir 15 horas seguidas.
A las ocho y media fuimos caminando hasta One Battery Park Plaza, para asistir como invitadas a la reunión del comité ejecutivo de WISTA USA en el piso 31 con vistas a la estatua de la Libertad y Ellis Island.

A las doce sirvieron una comida buffet y se nos unieron las presidentas de las ocho regiones en las que está dividida WISTA USA. 
La reunión duró hasta las tres de la tarde.
Volvimos caminando al hotel. Jeanne, Kathy y yo fuimos a ver la fachada del parque de bomberos junto al World Trade Center. Fueron los primeros en responder tras los atentados. Las fotos de los caídos están expuestas junto a un mural conmemorativo.
Subí a mi habitación a descansar un rato para aguantar el resto de la jornada. 
A las seis y media subí al piso 53 para asistir a un cocktail. Tuve que bajar al hall y coger el ascensor que sólo sube a los pisos altos. Fue como ir en un cohete. El ascensor de casa de mis padres tarda el mismo tiempo en subir al tercer piso que este al 53.
El lugar de celebración era la suite presidencial, que han reconvertido en sala de eventos. Aún conserva dos cuartos de baño enormes, uno con jacuzzi y unas vistas espectaculares al puente de Brooklyn. Comenzaron sentándose dos en el alfeizar para contemplar las vistas, acabando parte de la fiesta dentro de la bañera.
Os dejo una foto sacada cuando oscureció, con el edificio de Frank Gehry en Spruce Street junto al puente.
A las nueve menos cuarto, no habiendo comido más que tres canapés por cabeza, fuimos unas cuantas a cenar a un restaurante francés a un par de manzanas del hotel. A las once dimos por finalizado el día porque mañana comenzamos muy temprano.
Buenas noches desde Manhattan.















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