06:20 de la mañana. Despierto. ¿Para qué
despierto a las 06:20 hrs de la mañana? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Leo el periódico en el iPad, me levanto,
reorganizo la maleta recolocando los seis kilos de chocolate que me han
regalado, veo el Telediario en el iPad porque en la habitación no hay
televisor, sólo una silla saliendo de la pared. Todos los muebles del hotel
están apilados unos encima de otros en la cafetería junto a recepción.
Desayuné y salí a la calle a las 08:40 hrs
para coger el metro con destino a Ouchy, que es la zona al borde del lago
Leman. Aquí también me dieron una tarjeta de transporte gratuita para usar
durante mi estancia. En las estaciones de metro no hay puertas, ni tornos, ni
ningún tipo de control de acceso o salida. Tampoco se ven revisores.
Este es un país civilizado. Ves a los ciudadanos comprar sus billetes en las
máquinas expendedoras aún sabiendo que no hay vigilancia. En España iba a
comprar el billete Rita.
Una vez en Ouchy me acerqué al borde del
lago en el quai Jean-Pascal Delamuraz. Aunque la predicción meteorológica daba
agua para todo el día, estuvo lloviendo copiosamente durante la noche y
empezaba a despejar en ese momento. Lo de que llovió toda la noche lo sé porque
todo estaba muy mojado. Yo de lo que pasa por la noche no me entero nunca
porque fallezco según pongo la cabeza en la almohada y resucito sobre las seis
y media de la mañana.
No había absolutamente nadie por la calle.
En el embarcadero sólo se oía el ruido de los pájaros. Fue un momento
espectacular. Tengo un video grabado con el teléfono. He intentado subirlo
a internet pero no he podido por culpa del tamaño.
Desde allí salen barcos con varios
destinos, entre ellos Evian, que es la población justo al otro lado del lago.
Lástima no tener más tiempo. Me hubiera gustado ir. Al organizar el viaje no lo
quise alargar mucho pensando que iba a hacer un tiempo infernal y que me sería
difícil estar todo el día en la calle. Finalmente, excepto el viernes, todos
los días han sido bastante aceptables. Hoy la temperatura, mientras estuve en
la calle, varió entre los 8 a los 12 grados.
Caminé por el borde del lago a lo largo del
quai de Belgique en dirección al parque y museo olímpicos, aún sabiendo que
están cerrados hasta el próximo otoño por obras. Sólo pude ver la entrada y
algo de los jardines en cuesta. Di media vuelta, cruzándome sólo con tres
señoras elegantes dando su caminata matutina.
Volví a la estación de metro sin puertas y
subí hasta la estación de tren. Compré el billete para el aeropuerto. Así
mañana no tengo que entretenerme. Volví al metro y seguí subiendo hasta Leflon,
que es la parada donde está mi hotel, en la Plaza de Europa.
Se ve que la plaza fue remodelada hace
poco. Para salvar los desniveles del terreno, han construido una pasarela y un
ascensor para acceder a ella. El hotel es un edificio color salmón que
se ve a la izquierda, justo por donde están pasando los camiones. El edificio
con jardín en las paredes es la estación de metro. Al fondo hay unos antiguos
almacenes que han convertido en zona de tiendas y de bares. A la derecha, en la
parte alta, hay otra zona comercial y las calles peatonales que conducen al
ayuntamiento.
Subí por la pasarela hasta la Plaza St.
François. Entré en Starbucks a tomar un chocolate caliente y a conectarme a
internet porque tienen wifi gratis. Luego ascendí por la empedrada e inclinada
rue de Bourg, con sus tiendas elegantes. ¡Cómo se notan las horas de gimnasio! Iba
como una moto. Llegué hasta la catedral gótica, en lo más alto de la ciudad, y
paseé por las calles de alrededor. A la vuelta entré a echar un vistazo. No
esperaba gran cosa, porque ya se sabe que las iglesias protestantes tienen
menos detalles que un Panda, pero como antes de la Reforma fue católica, algo
queda. Tiene un rosetón y unas vidrieras bastante aceptables. La catedral está
restaurada de hace poco. Se ve perfectamente por el color de la piedra.
Hacía allí dentro una temperatura estupenda. De unas rejillas en el suelo salía aire caliente. No tengo ni idea de
en qué época hicieron los agujeros para colocar el sistema de calefacción.
Estuve un rato disfrutando de la vista
desde aquella altura, con los Alpes al fondo y los tejados de las casas de
Lausanne.
Descendí hasta la Place de la Palud, donde
se encuentran el ayuntamiento, construido en el siglo XVII, y la Fuente de la
Justicia. La Justicia es una señora de colores con una balanza en la mano. No le encuentro el interés a la fuente, la verdad. Me parece un poco
kitsch. Justo detrás de ella hay una farmacia. Encima de la farmacia hay un
reloj con una casita. A cada hora suena una voz contando una breve historia. De
la casita salen personajes paseando al son de una música de fondo. Allí se reúnen
niños para verlo.
Pasé por varias pastelerías con el
escaparate rebosando de bollería y bombones. Los panes que Heidi escondía en
casa de Clara son fáciles de encontrar. La pobre se habría ahorrado el
disgusto que se llevó cuando descubrió que se le habían puesto duros como
piedras si hubiera venido a Lausanne a comprarlos justo antes de visitar al
abuelo.
Subí y bajé por varias calles de los
alrededores viendo tiendas y edificios antiguos con las contraventanas de
madera.
Volví al hotel a descansar un rato antes de
comer. Detrás del mostrador de recepción estaban el argentino y una italiana
hablando en francés entre sí; el argentino con su fuerte acento argentino y la
italiana con su fuerte acento italiano. Cómico.
Según información encontrada en internet,
el restaurante donde se hacen las mejores hamburguesas de Suiza es el Holy Cow.
Casualmente, había uno a unos metros del hotel de Ginebra y otro muy cerca de éste.
Intenté comer allí ayer pero estaba cerrado. ¿Quién cierra un restaurante en
domingo? Estos suizos hacen unas cosas muy raras.
El restaurante tiene varias mesas alargadas
de madera donde se sienta la gente junta aunque no se conozcan de nada. La
hamburguesa pequeña es una monstruosidad, acompañada de patatas fritas enormes.
No sé cómo conseguí comerme aquello.
Tuve que dar un largo paseo para bajar la
comida.
Por fin vi una vaca parada en la puerta de
una tienda. No sé si contabiliza como vaca para el informe sobre vacas
suizas.
Entré en un par de supermercados. Me gusta
ver qué come la gente en otros países. La mayor parte de la fruta es de origen
español pero tres veces más cara que en España. Compran por piezas, no por
kilos. Me gustaría verles la cara si vinieran al mercado donde compro yo.
Se acerca Pascua y con ella los huevos de
Pascua y los conejos de Pascua. He tenido que hacer un tremendo ejercicio de
autocontrol durante todo el día. Los supermercados están llenos de conejos de
Pascua de chocolate. Los hay de todos los tamaños y formas. Una abuela
llenaba el carro de conejos de Pascua para sus nietos con gran cuidado para que
no se le rompieran. Debe de tener muchos nietos porque llevaba muchos conejos.
En otra tienda vendían herramientas de
chocolate e imágenes del Kamasutra de chocolate. Lo siento, foto no disponible.
Una vez visto todo lo que tiene que verse
en Lausanne y como hacía un sol radiante, decidí subir de nuevo hasta la
catedral a sentarme a disfrutar de la vista. Compré una Coca Cola por el camino
y me senté en un banco un buen rato, hasta que el sol bajó lo suficiente como
para que la temperatura me hiciera marchar de allí.
Por el camino me encontré con una
manifestación. Protestaban por las pensiones, aunque no iba ningún pensionista
entre ellos. Desde una furgoneta gritaban consignas en francés que los
manifestantes repetían. De repente, el de la furgoneta empezó a soltar
consignas en español y puso una canción que hablaba de huelgas en español. Los
manifestantes no repetían las consignas que, evidentemente, no entendían pero
bailaban al son de la música. Aluciné.
Busqué una pastelería para comprar la cena
y volví al hotel sobre las siete.
Volví a darme una larga ducha relajante
como la de ayer.
Me acabo de meter entre pecho y espalda un
bollo suizo relleno de salami con mantequilla que me ha quitado el sentido. No
entiendo cómo los suizos no están gordos.
Mamá, que sí, que vuelvo mañana, que se me
acabó el dinero.
Buenas noches desde Lausanne.
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