Después de
ducharme y escribiros un rato, bajé a desayunar con Jeanne y Karin, la
presidente de WISTA, que llegó a la una y media de la madrugada desde Holanda.
Presidente o no presidente, no la esperamos despiertas.
A las diez
tomamos el metro con destino a Deira, en la orilla derecha de Dubai
Creek, que es una corriente de agua que se adentra desde el Golfo Pérsico
creando un puerto natural. Pasamos por encima de Al Baraka y les pude enseñar
los siniestros lugares donde estuve ayer de compras.
Nos cruzamos con
unas cuantas mujeres envueltas en telas negras con unas máscaras de oro sobre
la boca. Más tarde supimos que suelen ser de Omán y Yemen, que cuanto mayor
eres y más alto es tu rango en la familia, más grande puedes llevar la máscara
de oro.
Me defraudó un
poco el mercado de las especias. Esperaba algo parecido al bazar de las
especias de Estambul. Ni parecido.
Jeanne y Karin
compraron una pila de pashminas tras aprovecharse de mis recientemente
adquiridas dotes de dura regateadora.
Intentamos encontrar
una cafetería para tomar algo e ir al baño. Nos fue imposible. No hay
cafeterías en Deira. ¿Dónde están los Starbucks cuando los necesitas?
Desde el agua
pudimos ver otra zona de Deira donde seguro que hay cafeterías y restaurantes y
sitios donde sentarse civilizadamente con cuartos de baño. Nuevos rascacielos,
cada uno diferente y más impresionante que el anterior. De verdad, Dubai tiene
que ser el Disneylandia de los arquitectos.
Le pedimos al
pobre hombre que nos dejara en la otra orilla, que se llama Bur Dubai. Desde el
barco le habíamos echado el ojo a un restaurante con terraza justo al borde del
agua, donde encontramos una mesa libre, un cuarto de baño precioso y una comida
estupenda.
Volviendo al
preocupante tema de la ducha que hay junto a todos los retretes, Karin tiene
otra teoría mucho más aterradora que la mía. Por aquí y alrededores no usan
papel higiénico. Dejo el resto a vuestra imaginación.
Tras quedar más
que satisfechas con la comida iniciamos la exploración por los bazares de esa
orilla, mucho más elegantes que los de Deira. Muchos estaban cerrados porque
aquí se cierran las tiendas pequeñas a la hora de comer, igual que en casa.
Una vez visto el
museo, Jeanne dijo que ya había tenido bastante por hoy. Karin sugirió
enseguida ir a estrenar la piscina del hotel.
Volvimos en
metro. Yo me fui a mi habitación a ducharme y a echarme un rato mientras Jeanne
vivía una curiosa experiencia en el jacuzzi junto a la piscina. Había un niño
de unos diez años dentro al que su niñera sacó del agua cuando ella entró. No está
bien que los varones compartan jacuzzi con las mujeres, aunque tengan diez
años.
Destino: Burj
Khalifa, el edificio más alto del mundo. Tuvimos que ir en taxi porque acceder
a él desde el hotel no es posible andando.
Sacamos las
entradas por internet hace dos semanas. No quedaban plazas para las seis de la
tarde, que es la hora ideal para disfrutar de la vista de día, ver la puesta de
sol y finalmente de noche. Tuvimos que escoger las siete de la tarde.
El ascensor subió
a una velocidad alucinante hasta el piso 124, que es hasta donde te dejan
subir, aunque quedan por arriba al menos otros veinte pisos. Saqué muchas fotos
con mi cámara nueva, que es una pasada de cámara. Con la anterior no había
manera de sacar fotos nocturnas.
Nos sacamos una
foto que no voy a explicar cómo se hace y que queda muy chula para reírte un
rato.
Después del
espectáculo del lago de la Expo 92 no he vuelto a ver nada tan bueno, ni
siquiera éste.
Volvimos al hotel
en taxi dando un ridículo rodeo porque la policía había cortado el tráfico por
el camino más corto. El taxista de esta vez sí sabía hablar. Nos indicó dónde
estaban los palacios reales cuando pasamos cerca.
Llegamos a la
cena con una hora de retraso. Nos estaban esperando. Vergonzoso, verdaderamente
vergonzoso.
A las doce dimos
por terminada la cena y nos despedimos. Quedamos rezagadas cuatro, que duramos
una media hora más sentadas en el restaurante.
Vuelvo a mirar
hacia la pegatina del techo que me indica la dirección exacta hacia La Meca antes
de apagar la luz.
Buenas noches
desde Dubai.
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