Jeanne aprovechó para poner la lavadora y luego la secadora. Se llevó toda la ropa limpia.
A las ocho y media quedamos para desayunar con Kathi y Matthew en el Coconut. Elisa y yo tomamos un yogur gigante con cereales y frutas, mientras que los demás comieron cosas que yo a esas horas no tolero, como burrito o jalapeños.
Me llamó Vanessa de Canadá para contarme que había alquilado un coche junto a su marido, que es chino, y que irían a dar una vuelta por la isla con la inglesa Elisabeth y Claudia, presidente de WISTA Germany.
A las once llevé mi equipaje al hotel que se encuentra al otro lado del Marriott. Como no eran horas de hacer el check in, me guardaron los trastos.
Fui al Marriott a despedirme de todas las que se marchaban durante la mañana y a unirme a los excursionistas.
El coche de Vanessa era un tanque con varias filas de asientos. Al chino lo metimos por el maletero. Varias veces se nos olvidó dentro.
La zona donde hemos pasado estos días está al oeste de la isla y se llama Seven Mile Beach. Tomamos dirección sur pasando por George Town.
Hicimos una breve parada en Pedro St. James Castle, la edificación más antigua de la isla, que data de 1780. Lo de castillo lleva a equívoco. Es una casa de madera con balcones alrededor. No llegamos a entrar a visitarla.
Fuimos rodeando la isla en dirección norte disfrutando de las vistas de la costa y de los muchos cementerios que hay al borde de la carretera. Lo que más hemos visto hoy han sido cementerios, gallos y gallinas, por todas partes.
La siguiente visita fue a Crystal Caves. Nos llevaron en una furgoneta por un terreno inhóspito. El guía nos dejó en primer lugar en una zona de cabañas de madera donde habían instalado los baños, una tienda y un chiringuito. Allí nos tuvo media hora para que gastáramos dinero antes de meternos en las cuevas.
Varias veces nos miramos entre nosotros horrorizados por las explicaciones del guía. Que si cortaron una estalactita porque estorbaba para que pasaran los visitantes, que si habían horadado un túnel para dar acceso entre dos salas. Tremendo.
A una estalagmita con forma de cabeza humana le habían colocado unas gafas de sol.

Nos detuvimos a ver el memorial Ten Sails Wreck, un naufragio que tuvo lugar en 1794 cuando diez buques encallaron en los arrecifes frente a la costa.

Caminar entre las rocas en chanclas fue muy agradable.
La única explicación que veo al hecho de que le gente se haya entretenido en apilar las piedras unas encima de las otras es que se aburren mientras esperan a que el agua del mar salga disparada por los agujeros.
Claudia llamó para reservar mesa en un restaurante que encontramos con muy buena puntuación en internet. La dueña el dijo que cerraban a las siete, pero que si íbamos siete se quedaba para darnos de cenar.
A las seis y cuarto llegamos sin novedad al hotel, a pesar de haber hecho todo el recorrido por el carril izquierdo con un coche con el volante también al lado izquierdo. No entiendo por qué en la isla hay coches de los dos tipos, con el volante a la izquierda o a la derecha.
Nos metimos todos en el tanque autobús. Hizo falta una ingeniera alemana para poder colocar la última fila de asientos cuando los demás no fuimos capaces.
El restaurante resultó ser un chiringuito de mala muerte con mucho encanto situado frente al mar. Mientras la dueña cocinaba para nosotros, un anciano muy eficiente nos colocó la mesa y luego nos sirvió.
Comimos estupendamente. Yo tomé otra vez wahoo, esta vez con piña.
Todos encontramos en nuestros platos una fritura redonda y aplastada que resultó ser como un dónut de pan frito sin agujero. Delicioso.
Pusimos en práctica una sugerencia que hizo Sherice desde el estrado durante la conferencia: contarnos unas a otras en qué consisten exactamente nuestros trabajos. Te enteras de cosas muy interesantes.
Le di mi cámara al anciano para que nos sacara una foto de grupo. Se dedicó a hacer poses artísticas.
A las ocho y media nos despedimos en la puerta del Marriott.
Pedí en recepción de mi hotel que me llamaran un taxi para las seis menos cuarto de la mañana. Mañana temprano comienza el largo camino de vuelta a casa.
Buenas noches desde Grand Cayman.
No hay comentarios:
Publicar un comentario