26 jul 2009

Desolación

Hoy he tenido que trabajar. Soy una víctima de la globalización (qué bien queda esta frase aunque esté totalmente fuera de contexto).
A las tres menos cuarto de la tarde he vuelto a casa andando desde la oficina. Por el camino me he entretenido observando la fauna que puebla la ciudad un domingo de verano, a 37ºC de temperatura. No hay españoles, señoras y señores, no hay ni uno. Bueno, estaba yo. Me he cruzado con un señor negro como un zapato, otro de color marrón oscuro; abuela, madre y dos hijos gitanos rumanos, dos peruanas diminutas vestidas con esos trajes tan simpáticos con blusa de volantes y faldas de colorines, un chino de restaurante con una bolsa de reparto de comida. Y en la Plaza de las Monjas dos turistas haciéndose fotos en la fuente. ¿Qué tendrá esa fuente, que no es la primera vez que encuentro gente allí con las cámaras, como si aquello fuera la Fontana de Trevi?
Por lo demás, desolación total. Todos los españolitos vuelta y vuelta al sol, en la playa. ¿Así cómo vamos a levantar el país?

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