9 feb 2010

Una cateta volviendo a casa (Dublín, día 6)


Puse el despertador del iPhone a las seis y cuarto de la mañana. Después de asearme y vestirme, fui a ponerme el reloj y me di cuenta de que mi iPhone seguía con la hora española, es decir, me había levantado a las cinco y cuarto. Como no era plan de volver a meterme en la cama, me puse a leer en el sofá de la habitación, que para eso tengo sofá, butaca y mesa para poner los pies. A las siete cogí un taxi rumbo al aeropuerto. Los taxistas dublineses son como los andaluces, inmediatamente entablan conversación contigo y te cuentan su vida. El mío ha estado varias veces en España con su mujer e hijos.
Ya en el aeropuerto, tuve que esperar casi una hora para facturar la maleta porque estaban en ese momento actualizando datos en el sistema informático. Hacía bastante frío en aquella zona. Una rusa tuvo que pagar 150 euros de sobrepeso. Además de varias maletas, llevaba una grandísima jaula de plástico rosa supuestamente con un animal dentro. No creo que fuera el marido.
Una vez pasado el control de pasaportes, ya fue otra cosa en cuanto a la temperatura. Por cierto, no me cachearon como tienen por costumbre cada vez que paso por un sitio de éstos. Es mi cara de terrorista.
Durante estos días en Dublín he hecho un importante descubrimiento. En Irlanda no hay calvos. O los mandaron a todos de vacaciones para que yo no los viera o probablemente una de las siguientes teorías sea cierta:
a) La humedad hace crecer el verdín por todos lados. Igualmente puede hacer crecer el pelo, ¿no?
b) La cerveza Guinness hace crecer el pelo en el pecho. También puede conservar el de la cabeza, ¿no?

Los irlandeses son gente inteligente. Han tomado de los invasores marcianos todo lo que les ha parecido interesante y han desechado todo lo malo. Se han quedado con los enchufes de tres clavijas, con los coches con volante a la derecha, con el idioma marciano, con la formalidad y la educación. Sin embargo, los irlandeses comen bien, visten bien y son tremendamente amables y simpáticos. Lo de adoptar el idioma marciano tiene su importancia porque el gaélico se las trae. Un ejemplo: para decir “FOTOS NO” simplemente dicen “COSC AR GHRIANGHRAFADÓIREACHT”. No tengo ni idea de cómo se lee.
Las calles de Dublín son un remanso de paz. Están relimpias. Los coches jamás tocan el claxon. No hay animales sueltos. La gente no va con prisa como en las grandes ciudades. Da sensación de seguridad. Pena de clima.
Habrá que volver en primavera o verano para visitar los alrededores. En la guía de viaje aparecen paisajes impresionantes.

Nos empaquetaron a todos los irlandeses y a mí en el avión a la hora prevista. Cuando caminábamos por la pista hacia la escalerilla comenzó a nevar y a soplar viento. Una experiencia divina. No entiendo cómo no hay fingers en este aeropuerto. Están construyendo una terminal nueva. Imagino que se les habrá ocurrido la idea de encargar unos cuantos. El avión no acababa de moverse. La señora capitán nos habló diciendo que tendríamos unos minutos de retraso. Apareció por la retaguardia un camión cisterna provisto de plataforma elevadora. Sobre la misma, un individuo manguera en mano. Estuvo regando las alas del avión porque estaban heladas. Una vez finalizada la operación, nos dedicamos a corretear por la pista durante unos diez minutos. Finalmente despegamos sin novedad. Dormí gran parte del viaje, despertando cada vez que la barbilla golpeaba contra el pecho. Vergonzoso. Dormir con las gafas puestas puede resultar complicado.
Aterrizamos en Faro con media hora de retraso. Me esperaban mis padres. Alivio. Ya me veía andando arrastrando la maleta por la autopista como castigo por el comentario respecto a la velocidad durante el viaje de ida.
Comimos en el Fórum de Faro, dimos una vuelta por allí y regresamos en el juguete a una velocidad estándar de 100 km/hora, gracias al piloto automático que mi padre ha aprendido a utilizar tras un exhaustivo estudio del libro de instrucciones.
Ya tengo la maleta vacía, todo en su sitio y estoy cómodamente instalada en mi camita.
Adjunto foto de Irlanda tomada desde el avión. ¡Qué bonita es Irlanda!

Comentario cateto: Qué bien se está pasando el invierno en casita, en el sur.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Just to let you know...Please, keep on writing! Your chronicles are amazing! I spent a weekend in Dublin back in 2006. I stayed in a hotel close to the Trinity College. No sé si para ti era la primera vez en Irlanda, para mi sí lo era, y desde luego, me encantó. Siempre lo he dicho, son como latinos hablando inglés. Cuando sales de Dublin, aún se mejora la cosa: Cork, Limerick, Galway, Cliffs of Moher...
Besos, como siempre digo: I'm proud of you, babe!!!

Anónimo dijo...

¡Socorro! Era yo, "Maritú" alias "Yospanish"...