30 oct 2019

Una cateta en Miami e Islas Caimán (Día 7)

A las seis y media de la mañana estábamos las cuatro sentadas en el sofá charlando como si fueran las seis y media de la tarde.  
Elisa se fue a una excursión para esposos WISTA. Salieron en barco a pescar y a jugar con unas mantas en el agua. Cuando digo mantas quiero decir peces, no las de la cama.
Jeanne se fue a la reunión del comité ejecutivo de WISTA International.
Karin y yo desayunamos con Sue enfrente del hotel Marriott. De Sue ya os hablé en otra ocasión. Fue negociadora de secuestros y otros delitos en Scotland Yard. Ahora tiene su propia consultora. Las pocas aventuras que puede contarnos son fascinantes. Lamentablemente, no las puedo relatar aquí.
Después del desayuno ella se fue a encontrarse con un posible cliente y nosotras dos al Marriott, donde nos encontramos con otras miembros de WISTA de Brasil, Estados Unidos, Canadá, Rusia y Suecia. A las diez de la mañana estábamos metidas en el agua. Gran acontecimiento. Debe de hacer diez años que no me bañaba en el mar. El agua estaba mojada y salada. 
El hotel ha instalado unos anillos flotando en el agua donde te puedes meter para tomar el sol. Nosotras nos colocamos agarradas alrededor a charlar. A las once de la mañana, cuando abrió el bar del hotel, nos trajeron un cubo lleno de cervezas. 
A las doce salimos del agua para llenar nuestros estómagos. 
Me he convertido en adicta a la piña colada sin alcohol del Marriott.
Lo que menos esperas es que haya gallinas paseando a sus anchas por las instalaciones de un hotel de lujo. No tengo claro qué pasa si pides un sándwich de pollo para comer.
Sin hacer la digestión nos metimos de nuevo en el agua hasta las tres y media, hora a la que Karin declaró que había tenido suficiente sol por un día. Más que suficiente. Tiene la espalda como un tomate.
Cuando los empleados de hotel quieren clavar una sombrilla en la arena, bajan un taladro para hacer un agujero. Están continuamente atentos a los huéspedes y a las que nos colamos desde el casa de al lado. Te traen toallas o pasan ofreciendo vasos de agua.
Fuimos de vuelta al apartamento saltando un murete entre la urbanización y el hotel. Es el camino que estamos usando para ir y venir.
Después de ducharnos nos sentamos en el salón a trabajar un rato hasta que llegó Jeanne de la reunión del comité ejecutivo.
Nos preparamos para ir a la recepción y posterior cena de presidentes de países WISTA. Como la presidente de WISTA Spain no ha venido, fui yo en su nombre.
Nos trasladaron en dos minibuses a la residencia del gobernador de las islas, quien nos recibió en el jardín con un cocktail. Nos estuvimos sacando fotos con el buen señor y él se sacó un selfie con todas nosotras detrás. Cuando dio su discurso descubrimos que no era el gobernador, sino el vicegobernador. El señor Roper estaba atendiendo un asunto urgente en el extranjero.
Pasamos un calor tremendo.
La relaciones públicas del gobierno habla español perfectamente. Su madre y su marido son gallegos.
A las ocho subimos de nuevo a los minibuses para ir a cenar al hotel más nuevo de la isla, un establecimiento enorme con un restaurante muy concurrido para ser martes. 
Nos dieron de comer estupendamente.
A las diez en punto, siguiendo el programa a rajatabla, volvimos a subir a los minibuses para regresar al hotel Marriott, donde tomamos el bar al asalto. 
Jeanne estuvo viendo el final del partido de baseball de las series mundiales. No sé por qué las llaman mundiales si sólo juegan americanos.
A las once abandonamos el lugar cruzando por el murete. Yo tuve que volver descalza porque había caído un tremendo chaparrón. Mis zapatos tienen la suela de gominos. Si se me mojan me los cargo.
Hay una gran diferencia entre el calzado que tuve que meter en la maleta el año pasado y el de éste.
A las doce dimos el día por finalizado.
Buenas noches desde Grand Cayman.








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