Hacia las ocho de la mañana me despertaron unos
estornudos inhumanos procedentes de la habitación vecina. Ruso, seguro. Es la
primera vez que oigo señales de vida a mi alrededor. La insonorización es
estupenda, pero estornudos de ese calibre pueden atravesar una cámara
acorazada. Mercedes, que se hospeda tres habitaciones más al fondo, dice que
los oyó también.
Me quedé en la cama en estado semi comatoso hasta las
nueve menos cuarto.
Bajé a desayunar al comedor de la terraza a las nueve
y cuarto. Brillaba un sol ofensivo. Compartí mesa con dos turcas, dos
canadienses y una inglesa.
A las diez se reanudaron las sesiones de la
conferencia con poca presencia de público. Esto de celebrar la cena de gala el
jueves es un tremendo error de cálculo. El año que viene intentaremos volver al
viernes como se hacía antes.
Después del descanso para el café apareció el resto
del público.
A la una se clausuró la conferencia. Comimos en el
buffet de la terraza.
En las ruinas hacía bastante calor. Hay un teatro
demasiado restaurado para mi gusto y los restos de algunas casas.
Vimos cabras por los montes.
En la playa las suecas inmediatamente se metieron en
el agua. Alguien se preguntó en
voz alta si sabrían que no iban a poder cambiarse de ropa pero todo lo tenían
previsto. Se escondieron detrás de un arbusto y se quitaron los bañadores.
Desde la carretera las hubieran visto perfectamente. Muy sueco todo.
Dicen que si te bañas en pelotas un día de luna llena
y le das unas vueltas a una roca que hay muy cerca de la orilla, sales tan
guapa como Afrodita.
Volvimos sanas y salvas a las seis de la tarde. En mi
habitación se organizó una tertulia con Eleftheria y Anna-María que duró hasta
más allá de las siete y media.
Bajamos a cenar a la barbacoa del hotel, donde nos
metieron una clavada importante. Nos juntamos más de veinte. Seguía haciendo
una temperatura estupenda. Cuando nos echaron de allí tomamos posesión
del bar exterior. Allí estaban los padres de Joan la holandesa, que vienen a
pasar al hotel dos meses al año, octubre y mayo. No quiero pensar lo que les
cuesta la broma.
En el bar junto al hall me reuní después con nuestra presidenta
y varias americanas. La broma duró hasta las dos y media. Ahora son casi las tres y cuarto.
Buenas noches desde Chipre.
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