En algún momento de la madrugada se oyó en
la lejanía al moro cantando. Si era el mismo o diferente, no puedo decirlo
porque estaba lejos y lo oí medio dormida.
El estómago estaba medio bien. Para no
arriesgarme decidí no comer nada, aunque pedí a Karin que mangara un plátano
del desayuno para comerlo después.
Mi habitación está reservada sin desayuno
porque me parece un pecado pagar 30 euros diarios aunque no salgan de mi
bolsillo.
A las ocho menos diez de la mañana sonó el
timbre de la puerta. Un amable botones me entregó una caja de medio kilo de
bombones de parte de la presidenta de WISTA Turquía. Eso es una amiga y lo
demás cuento.
A las diez comenzó la reunión del comité
ejecutivo de WISTA. Nuestra tesorera no estuvo presente porque tiene una
reunión a la que no puede dejar de asistir en Londres. Estuvieron con nosotras
la que será mi sustituta, Despina de Chipre, y la que sustituirá a Tosan, Naa
de Ghana.
Detrás de la puerta tuvimos constantemente
a tres personas por si necesitábamos algo.
Para aguantar la mañana comí el plátano
mangado.
Después de comer aparecieron dos miembros
de WISTA Turquía a traernos unos regalos que pesan como sus muertos. Tengo el
mío sin abrir todavía.
Cayeron rayos y centellas durante más de
dos horas. El hotel temblaba cada vez que había un trueno. No se veía
absolutamente nada en el Bósforo, del cual tuvimos unas vistas increíbles
mientras estuvo despejado. No cesaron de pasar barcos arriba y abajo.
Una vez en el hall del hotel, me entretuve
un rato largo porque aparecieron Carolina de Italia con su madre y sus dos
hijos pequeños a los que reconocí inmediatamente por las fotos de Facebook y Laurence
de Suiza. También estuve charlando con nuestra Laura, a la que no pude más que
saludar de lejos en la cena cuando llegó directamente del aeropuerto.
Buenas noches desde Constantinopla.
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