21 may 2019

Una cateta en Grecia (Día 3) ΈναβλαχαδερόστηνΕλλάδα

 Hoy esperé a que María desconectara la alarma para abrir la ventana del cuarto de baño. 
Mi estómago no estaba al cien por cien, así que renuncié a desayunar huevo. Me contenté con cereales, una tostada con crema de cacahuete y un zumo de naranja, plátano y melón. Lo recomiendo. El plátano mata la acidez de la naranja y le da la consistencia de un smoothie. 
Salimos de casa a las diez y media camino de El Pireo.
Para tirar la basura, María la mete en el coche y cuando pasa por un contenedor la arroja dentro. Hoy se bajó para depositarla, pero ayer lo hizo desde la ventanilla directamente.
Nuestra primera visita de hoy fue al buque Hellas Liberty.
La clase Liberty fue una serie de buques construidos a toda pastilla en Estados Unidos durante la II Guerra Mundial.  Su misión consistió en sustituir a la flota británica hundida por los ataques alemanes y servir de medio de transporte para tropas y suministros en el frente. El record de construcción se batió en 4 días, 15 horas y 29 minutos. Esto puede dar una idea de la calidad de los mismos. Tras la guerra, armadores griegos como Onassis o Niarchos compraron muchos de los barcos que sobrevivieron a la contienda.  
El SS Arthur M. Huddel, rebautizado Hellas Liberty, permanece atracado en el puerto de El Pireo convertido en museo flotante. Sólo sobrevivieron otros dos, actualmente en Estados Unidos.
Nos dejaron pasear a nuestra bola por todo el barco, excepto la máquina. Saqué un montón de fotos que fui enviando a mi anciano padre, marino jubilado, por Whatsapp. Le encantaron.
Desde allí fuimos por dentro del puerto a recoger a Anna-María a su oficina. Como donde hay confianza da asco, acabamos en una ferretería comprando un grifo antes de subir a tomar algo al club marítimo de El Pireo. 
Está situado en la octava planta de un edificio frente al puerto. Desde allí se divisaba el intenso tráfico de ferries con las islas.
Las paredes están decoradas con cientos de metopas de compañías navieras. Junto al ventanal tienen una maqueta del Hellas Liberty, y un gran cuadro en la pared opuesta muestra la llegada del buque a Grecia antes de ser restaurado.
En aquel momento sólo había un socio sentado en uno de los cómodos sofás Chester.  Fumaba como un carretero. Es otro ejemplo de cómo los griegos se saltan las normas, porque nadie te va a decir nada y nadie va a venir a ponerte una multa. Aún no he visto un agente de la ley, exceptuando los policías del control de pasaportes del aeropuerto.
A las dos menos cinco, llegando tarde a nuestra cita para comer, porque aquí hay que llegar tarde por norma, recibimos una llamada de teléfono informándonos que mi presencia en El Pireo ya era conocida. Alguien nos había visto por la calle.
En el restaurante Speranza nos esperaban varias miembros de WISTA Hellas, que amablemente habían organizado una comida para darme la bienvenida. 
Una reunión con griegas es lo más divertido del mundo. Todo el mundo habla a gritos a la vez. Me hablaban en griego y me hablaban en inglés. Están convencidas de que hablo griego perfectamente pero lo oculto. El caso es que cuando hay una conversación cuyo contexto conozco, puedo deducir aproximadamente lo que están hablando porque oigo palabras que en castellano hemos heredado de ellos. A veces intervengo en inglés y les entra el ataque de risa porque da la impresión de que sigo la conversación. También sé decir cuatro cosas en griego, y como nuestra fonética es prácticamente igual, suena muy griego cuando lo digo.
Entre las comensales estaba Evgenia. No nos veíamos desde hace ocho años. Me hizo mucha ilusión. Sigue llevando encima un teléfono Nokia como entonces. 
La comida no se alargó mucho, ya que todas tenían que volver a trabajar.
De vuelta al coche tuve que parar a sacar una fotografía. Aparco donde me da la gana porque me da la gana. Así funcionan las cosas aquí.
Nos acercamos a Palaio Faliro a ver los yates en la marina. Los hay enormes. Uno en particular nos llamó la atención. Está atracado en una zona especial, vallada  y con vigilancia. Tuve que sacar la foto a escondidas del guarda jurado. 
El aparato, con helicóptero y todo, pertenece a un billonario de los Emiratos Arabes. De 110 m de eslora, su construcción sólo costó 280 millones de dólares.
Volvimos a El Pireo a tomar un refresco. Yo pedí limonada con mastiha. La mastiha es una resina que sale de unos matojos que crecen en la isla de Chios. Desde que vine aquí la primera vez, me enganché al sabor.
A las seis y cuarto, tarde a propósito porque no se llega temprano a ningún sitio, aparecimos por la entrega de premios Efkranti, que se entregaban en una biblioteca perteneciente a una fundación costeada por un armador. 
Los armadores griegos, algunos podridísimos de dinero, construyen museos, pagan estatuas o crean fundaciones. Hay uno que hizo una iglesia en memoria de una hija que se le tiró por un barranco porque no la dejaron casarse con un pobre. En Atenas hay madera para escribir un culebrón.
Hablando de iglesias, el domingo olvidé contaros que, yendo por la carretera, observé de vez en cuando maquetas de iglesias ortodoxas colocadas en las cunetas. No fue difícil deducir que la gente las coloca como nosotros colocamos cruces para marcar el lugar donde alguien se mató en un accidente de tráfico. Dan un poco de yuyu.
Cuando entramos en la biblioteca de la fundación, todo el mundo estaba ya sentado. Según iba caminando hacia un asiento libre, fui saludando gente conocida de WISTA.
Una de las receptoras de los premios era Despina, nuestra actual presidente internacional. Toda la ceremonia transcurrió en griego. Confieso que no me enteré de nada. De vez en cuando me acercaba a Lucy, del registro de las Islas Marshall, sentada delante de mí, para preguntarle qué estaban diciendo o quién era el que hablaba.
Después de la ceremonia ofrecieron un cocktail en los jardines, con fotocall y todo. 
Sobre las nueve nos despedimos y volvimos a casa de María para cenar una cosa muy rara típica de creta. Es un pan marrón que está duro pero que se ablanda un poco cuando le pones encima salsa de tomate casera, aceite de oliva y queso feta. Me gustó mucho.
A las once y media me metí en la cama completamente destrozada.
Buenas noches desde Atenas.








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