27 oct 2018

Una cateta en Noruega (Día 10)

Menos dos grados centígrados para empezar el día.
La alarma de Rae no sonó a las seis de la mañana. Hoy no quiso ir a correr. 
Nos levantamos a las siete y bajamos a desayunar.
Todos los años el último día por la tarde hacemos una pequeña excursión. En esta ocasión lo tuvieron que organizar por la mañana para aprovechar las horas de luz.
Se podía escoger entre un paseo en barco por los fiordos, ir a pescar, hacer trekking, visita guiada por Tromsøo experiencia Sami.
En principio yo tenía que haber ido a hacer el trekking, pero no me atreví por culpa de mi tobillo. Me cambié a la experiencia Sami.
Algunas excursiones salieron a las siete y cuarto y siete y media. La mía fue a un horario razonable, a las nueve menos cuarto. 
Llegamos al campamento Sami en Kvaløysletta en menos de veinte minutos. A la entrada nos esperaba una señora vestida con traje de Sami. Es la madre de la chica que cantó ayer durante la inauguración de la conferencia.
En el campamento había dos tiendas de campaña gigantes, un retrete portátil donde hacía un frío asesino, tres renos y una familia de Samis.
También había un perro atado a una valla. Al pobre no le hacía nadie caso porque todo el mundo se lanzó a acariciar, alimentar y fotografiarse con los renos. Se volvió loco de alegría cuando me acerqué a hacerle un par de caricias.
Una norteamericana se dedicó a pasear un reno por los alrededores como si fuera un perro con correa. Eran animales muy mansos.
A uno le di de comer, metió mi mano entera en la boca y me mordió como si fuera un trozo de pan. Noté que tenía las muelas completamente planas. No me hizo daño ninguno.
La familia Sami nos invitó a entrar en una de las tiendas, donde había una serie de mesas alargadas y bancos cubiertos con piel de reno para que no se nos enfriara el culo. Seguía haciendo -2ºC.
Nos contaron la historia de su pueblo, que ha habitado Laponia desde siglos antes de Cristo. Ellos inventaron los esquís, para poder perseguir a los renos y cazarlos.
Nos ofrecieron un bol de sopa de reno y una porción de tarta típicos de su cultura. Eran las diez de la mañana. No eran horas de comer sopa y postre, pero a ver quién era la guapa que les decía que no.
En el grupo venían cinco niños, entre ellos mis amigos belgas. Nadie se atrevió a contarles que se estaban comiendo a un hermano de Rudolf.
El suelo estaba cubierto de escarcha y los charcos estaban congelados. Aunque no tenía frío por lo bien abrigada que iba, no hubiera echado de menos un par de calcetines adicional.
Los Samis nos cantaron varias canciones tradicionales. Aunque parece que sólo emiten sonidos guturales, tienen letra. La chica que cantó ayer en la inauguración nos cantó la canción que suena al principio de Frozen, tomada prestada de su cultura.
Volvimos a salir a torturar a los renos. Uno de ellos se quiso sacar un selfie conmigo. Desconozco si era pariente del que nos acabábamos de comer.
A las doce volvimos al hotel. Me cambié de ropa y bajé a la siguiente conferencia. Confieso que enseguida me fui al bar porque era un rollo. Allí estaba un gran grupo que había tenido la misma impresión que yo.
A la una comenzaron los talleres. Yo escogí “Crisis Management”, que era un simulacro de un secuestro a bordo de un barco con explosión de una bomba y derrame de hidrocarburos al mar. El taller estaba dirigido por Sue Williams y un representante de una casa de seguros marítimos. 
Sue trabajó en Scotland Yard como negociadora en secuestros. Luego estableció su propia empresa que ejerce como consultora en secuestros, situaciones de riesgo y gestión de las relaciones con las familias de las víctimas. Empezó a relacionarse con el sector marítimo cuando se dieron tantos secuestros de barcos en el Golfo de Eden. Pertenece WISTA desde entonces.
Lleva una vida apasionante. A veces desaparece del grupo de amigas de WhatsApp durante días y reaparece diciendo que ha estado en una zona sin cobertura tratando un secuestro, o envía una foto tomada desde un coche donde se ve que va por una carretera con destino a Bagdad, o escribe disculpándose por no haber contestado a los mensajes en toda la mañana porque está saliendo de una reunión en Washington donde ha tenido que entregar el móvil antes de entrar. Normalmente no puede contarnos nada de lo que hace por motivos de seguridad.
El taller duró tres horas que se pasaron volando por lo interesante que fue.
A las cuatro tuvimos un descanso para comer un bocadillo y continuar con la última sesión sobre comunicación entre diferentes culturas, dirigida por un hilarante italiano que vive en Noruega.
La conferencia finalizó con la entrega del relevo a la presidente de WISTA Cayman Islands, que se hace cargo oficialmente a partir de hoy de la organización de la próxima conferencia internacional.
Antes de arreglarnos para la cena de gala, nos reunimos unas cuantas a terminar las botellas de vino en la suite de Alex. Yo bebí un Red Bull, el segundo de mi vida. Sin él no hubiera podido sobrevivir al resto del día.
Antes de entrar en la cena nos juntamos las amigas del grupo de WhatsApp que mencioné antes para sacarnos una foto. Es la primera vez que conseguimos estar todas juntas en el mismo sitio a la vez. Siempre falta al menos una.
Para la cena de gala cada año tenemos los asientos asignados, intentando que no coincidan en la misma mesas miembros del mismo país o empresa, para facilitar conocer a gente nueva. A mí me tocó con una variado interesante. 
Las mesas eran alargadas en lugar de redondas. Es la primera vez. No puedes hablar con las personas del extremo de la mesa porque no las ves.
Entre plato y plato hubo algún discurso en el escenario y agradecimientos.
Al terminar, subieron al estrado las miembros de la junta directiva de WISTA Noruega. El código de vestuario de la cena era gala o traje regional, que en los países escandinavos es tan normal como ridículo para nosotros.  
Las norteamericanas preguntaron si podían venir vestidas de vaqueras, con sombrero y todo. Las noruegas les respondieron que Halloween es la semana que viene.
Repartieron unas bolsas con petardos, matasuegras y serpentinas y un papel con la letra de una canción. Se desató la locura total cuando comenzó a sonar Pomp and Circumstance.



Lo siguiente fue la llegada al escenario de una orquesta que sacó a todo el mundo a bailar con la música de Dancing Queen, el que llamamos himno de WISTA.
Poco a poco se fue vaciando la sala. Yo aguanté hasta las dos. 
Subí a la habitación, me di una ducha y me metí en la cama a las tres menos cuarto.
Buenas noches desde Tromsø.

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