25 oct 2018

Una cateta en Noruega (Día 8)

Menos dos grados centígrados para empezar el día.
Lástima que a partir de hoy no podamos salir por ahí de excursión.
A partir de esta noche, comparto habitación con Rae, una norteamericana de Florida. Rae tiene dos trabajos. Es bombero, bombero de apagar fuegos, y trabaja en la empresa de Alex, que vende retretes ecológicos para barcos y un sistema que controla la gestión de residuos a bordo.
A las seis de la mañana comenzó a sonar la alarma de su teléfono, que suena igual que la alarma del parque de bomberos cuando tienen que salir a apagar un incendio. Hasta que no sonó tres veces no se levantó para ir a correr como las locas a menos dos grados centígrados.
Yo me levanté a las siete.
Bajé a desayunar a las ocho con Laura y su marido. Coincidimos con un montón de gente conocida, y con la presidente de la nueva WISTA Venezuela, que habla poco inglés. 
A las nueve y media fui a dar un pequeño paseo con Alex por los alrededores. 
Volvimos sobre las once para prepararnos. A las doce comenzaron los actos del congreso con un rápido almuerzo. A la una empezó la reunión anual, en la que se tratan todos los temas relacionados con la gestión de la asociación.
Somos 320 asistentes, contando los maridos y sin contar a los seis niños que han venido también. Cada año se apuntan más familias al congreso.
La reunión duró toda la tarde, con una pausa de media hora para tomar café. 
A las seis en punto se dio por finalizada la sesión. 
Nos cambiamos de ropa y nos reunimos unas cuantas en la suite de Alex a tomar algo. 
A las siete dio comienzo el cocktail de bienvenida. En esta ocasión ha sido una reunión informal en el pub enfrente del hotel. 
A las siete y media nos escapamos un grupo para ir en catamarán a intentar ver la aurora boreal. Hacía un frío pelón. La cubierta de la embarcación estaba cubierta de escarcha. 
Nos prestaron unos monos que nos mantenían calentitos, aunque eché de menos unos calcetines más gordos.
Y la vimos, vaya que si la vimos. 
Desde ayer está haciendo un tiempo espectacular, propicio para ver las luces del norte. La luna está llena o casi llena. Aún así, su luz no nos impidió disfrutar del espectáculo.
Ibamos repartidos en dos barcos porque éramos muchos. 
Nos dieron de cenar una exquisita crema de pescado, con salmón flotando. Uno de los ingredientes era zumo de manzana.
A las once volvimos a tierra. En el pub continuaba la fiesta, ahora con música en directo. 
Me encontré con mi hermana americana, que esta vez ha venido con el marido. Es igual que los asesinos de las películas de adolescentes que aparecen con la escopeta y se cargan a los protagonistas en una carretera perdida de Wyoming.
A la una me escabullí porque no podía con mi cuerpo. En la puerta del pub estaba Birgit, con la que me hice un Obama. El ex-presidente estuvo en Oslo el mes pasado. Ella tuvo el honor de entrevistarlo.
A la una y media, por fin, pude meterme en la cama.
Buenas noches desde Tromsø.






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