Bastante perjudicadas por la falta de sueño, María y yo asistimos a las ocho menos cuarto a la reunión-desayuno del comité de comunicación de WISTA. Cuando se convocó para este día y a esta hora ya advertí que íbamos a estar en muy mal estado, pero no fue posible encontrar otro momento para vernos. Nos reunimos todos los meses por videoconferencia y parecía interesante hacerlo en persona al menos una vez.
Para sobrellevar el momento pedí huevos Benedict.
Con los ojos vidriosos contemplaba a través de los ventanales cómo en Rotterdam no llueve de arriba a abajo, sino de lado.
A las nueve tuvimos que dar la reunión por concluida para unirnos a la primera sesión de conferencias de la mañana.
Me puse mi pañuelo de WISTA, regalo de la presidenta de WISTA Poland.
Tras el intermedio de la mañana, el director del hotel nos dirigió unas palabras de disculpa, tanto a las que tuvieron que bajar por la alarma como a las que no nos despertaron. Parece ser que hubo un problema técnico en un ascensor de servicio. Al final de la conferencia nos regalaron a cada una bolsita con cosméticos y té. Por la noche hubo quien se puso hasta las orejas de mojito a costa del hotel sin haber salido siquiera de la cama por el incendio. Y no voy a dar nombres.
No os he hablado de la moderadora de la conferencia. Contrataron a una periodista muy famosa en Holanda que se llama Aldith Hunkar. Nació en Surinam y lleva rastas. Me tiene un poco obsesionada. No acabo de ver la manera de dormir con todo eso en la almohada. Cuando veía que la audiencia estaba un poco apagada nos levantaba de las sillas y nos ponía a bailar treinta segundos.
Me pregunto si esto se puede mencionar en el currículum.
Noruega va a organizar la conferencia a finales de octubre de 2018 en Tromso, literalmente donde Cristo perdió el mechero, tan al norte que ya es el Artico.
A toda prisa subí a cambiarme de ropa a la habitación y bajé a comer en los veinte minutos que tenía hasta que saliera el barco a Kinderdijk. Había tres excursiones a elegir. Las otras dos eran por el mismo Rotterdam. Pensé que sería más interesante ir a ver los molinos que mueven el agua de los diques. El sistema lleva funcionando más de mil años. Los molinos actuales son de mil setecientos y pico. Se construyeron para mantener seca la zona baja del poder de Alblasserwaard. No sé si lo he escrito correctamente. Demasiadas consonantes e imposible de pronunciar.
En Kinderdijk nos esperaba una guía que nos explicó cómo funcionan los molinos. Dimos un paseo por allí hasta que empezó a llover. Nos refugiamos en una tienda de souvenirs que vendía las zapatillas en forma de zueco holandés, porcelanas de Delft, chocolate con forma de molino y trastos varios con el nombre de Holanda escrito.
El patrón del barco no pudo dejarnos en el embarcadero del hotel ya que estaba demasiado alta y no se podía pasar por debajo del puente. El desembarco fue un poco arriesgado porque aquello se movía bastante.
La cena se alargó bastante porque el servicio fue extremadamente lento.
A la vuelta, nos sentamos en el bar del hotel hasta casi las dos de la madrugada.
Alex me preguntó si la iba a mencionar en mi blog. Dice que lo pone en Google Translator para enterarse. Pues aquí lo tienes, Alex, te he mencionado.
No recuerdo siquiera el momento en que por fin pude apoyar la cabeza en la almohada.
Buenas noches desde Rotterdam.
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