Alex mandó un mensaje a las seis y media
diciendo que probablemente metería en la maleta ropa adicional por si decidía
quedarse a vivir en Las Bahamas.
A las siete y media bajé a la planta 8 con
más material y mi equipaje. Lo almacenamos todo en la parte de atrás de la sala
de reuniones. Desayuné bagels con mantequilla y fruta cortada.
La reunión anual de WISTA USA comenzó a las
ocho. La asistencia no era obligatoria, pero como me gustó tanto la del año
pasado en Nueva York, quise estar presente.
A las doce terminamos y bajamos al hall del
hotel a tomar los autobuses con destino a Port Everglades. Es el segundo puerto
con más tráfico de cruceros del mundo, por detrás de Miami. Hay que ir hasta la
sexta posición para encontrar un puerto español, Barcelona.
Conozco el barco porque lo tuvimos en
puerto a finales de septiembre. Pasé un día entero a bordo y le hice una
inspección completa. Se estrenó esta primavera. Es una maravilla.
A Ektoras no lo veía desde que era un bebé,
cuando estuve en Chipre. Está guapísimo y es muy simpático. Habla
griego e inglés.
Estuvimos viendo la maniobra de salida del
Zuiderdam, muy parecido a nuestro barco.
Los camareros filipinos se paseaban entre
las mesas ofreciendo una bebidas color azul.
Nos reunieron a todos en distintos puntos
para enseñarnos cómo funcionan los chalecos salvavidas.
María y yo teníamos pensado quedarnos en la
habitación. Mi maleta acababa de llegar y estaba sacando la arrugadísima ropa
del fondo. No pudo ser. Vino un filipino a sacarnos de la oreja para llevarnos
al ejercicio.
Esta tarde tuvo lugar la reunión de
presidentes de países WISTA. De España sólo hemos venido Laura y yo. Como nuestra
presidenta no pudo venir, Laura fue a la reunión y yo a la cena de presidentes
en el restaurante italiano del barco. Fue pantagruélica.
A las diez partió el buque. Desde los
ventanales del restaurante vimos cómo nos separábamos del muelle y salíamos a
mar abierto.
A las once me retiré. Al levantarme noté
cierto desequilibrio. Como no bebo supe enseguida que el barco se está
balanceando.
Al entrar en el camarote me encontré con
una langosta muerta encima de la cama. Ni rastro de María, que
apareció al cabo de unos veinte minutos.
Buenas noches desde el Triángulo de las
Bermudas.
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