Fondeamos sobre las ocho en Half Moon Cay,
una isla privada perteneciente a las navieras Carnival y Holland America.
María y yo desayunamos en la cubierta 9,
donde están los stands de comida. El camarero que atiende el tenderete de
bollería, tartas y galletas ya me conoce por mi nombre.
Me embadurné de crema protectora para no
acabar hospitalizada al final del día.
Las alfombras de los ascensores llevan
escrito el nombre del día de la semana. Alguien me dijo que es una
gran idea porque a bordo se pierde completamente el contacto con la realidad.
Deberían poner un cartel encima del retrete
avisando a la gente que tirar de la cisterna estando sentando es altamente
peligroso. El sistema de succión es tan potente que se lleva por delante hasta
el aire del cuarto de baño.
Dimos un paseo por la playa y los
alrededores y sacamos trescientas mil fotos cada una.
Me duché y me volví a poner el uniforme de
conferenciante. A las dos y media tenía concertada una visita al departamento
de tratamiento de basura del barco. Tuvimos que rellenar un documento donde se
nos preguntaba si habíamos tenido diarrea ayer.
Comenzamos la visita por la cocina, una de
las dos cocinas del barco. El mobiliario es de acero inoxidable. Había comida
por todas partes.
Después bajamos a la zona donde se separan
y gestionan los residuos. Me encontré con el oficial holandés que me atendió
cuando tuvimos el barco en puerto a finales de septiembre.
Es increíble la cantidad de comida que se
tira todos los días y las cosas que tira la gente a la basura.
Tras la visita subí a la piscina a sentarme
con Laura mientras ella comía.
A las ocho cené en el comedor principal.
Estuve un rato con los dominicanos y luego me senté a comer con las griegas. En la mesa había una chica de Hong Kong que no se estaba enterando de
nada. Entre que las griegas no paraban de hablar en griego y que las bromas
tenían que ver con gente y situaciones que le eran totalmente desconocidas, la
pobre estaba completamente alucinada.
Fui con Despina a su suite a recoger mis
camisas planchadas para mañana.
En mi camarote me encontré con un gorila
colgando de la lámpara.
Hoy he conocido a una práctico del puerto
de Houston. Conocí a otra en Nueva York el año pasado. A esta le han hecho un
trabajito en la cara como para meter al cirujano en la cárcel.
Buenas noches desde el Triángulo de las
Bermudas.
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